Vivimos hablando de cosas, la palabra, digamóslo de alguna forma, es una flecha recta que se dirige a sus tópicos; pero ese dirigirse no es igual en todos lados. A ocasiones el argumento es interesante, aburrido, soporífero, aparente; pero otras es crucial, medular, sentimos que al departir sobre aquel poco distinto se juega en nosotros; las palabras suelen ser vivientes, con fluidos y densidades insospechadas. Si hablamos (seriamente) de la defunción, la vida y el más allá seguramente nos ocurrirá lo que anunciamos hace algunos instantes.
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